El mes pasado, lo insté a aceptar los desafíos de convertirse en un verdadero líder, alguien que se esfuerza por alcanzar cambios que logren transformaciones. Después de ese gran paso inicial, surge el objetivo máximo: mantener el liderazgo.
Con frecuencia, los administradores superiores me dicen: “Sí, estoy comprometido con el cambio”.
Luego viene un largo discurso que suele comenzar con “Pero…”, y procede a enumerar las muchas (y reales) dificultades de producir cambios en una organización de gran tamaño.
Sí, el camino que está por delante puede parecer intimidante. Afortunadamente, no necesita, de hecho no puede, recorrerlo solo. El liderazgo no puede ser mantenido ni por los actos más heroicos si son acciones individuales. La única manera de mantener el liderazgo es que toda la organización se comprometa con el camino de aceptar el cambio.
Como sin duda le ha pasado, todas las mejores prácticas y las ideas adecuadas eventualmente recaen en las manos del personal en el campo o la clínica. Lo que piensan esos empleados, cómo se desempeñan, cómo reaccionan a lo imprevisto o a lo desafiante, determina si una organización alcanza la excelencia.
Para ayudar a nuestra gente a lograr un nivel más alto de participación y compromiso, debemos hacer bien tres cosas: comunicar, poblar y gestar.
Comunicar: Usted puede trabajar 20 horas al día en el avance de su visión de cambio, pero si su equipo y su personal no lo aceptan, no tendrá éxito. Es esencial comunicar, frecuente y efectivamente, no simplemente qué visión sino por qué es importante, para su gente y la gente a quienes ellos prestan servicios. Puede parecer repetitivo, pero es esencial: los mensajes básicos deben reforzarse repetidamente.
Poblar: Identifique y desarrolle administradores que compartan su visión y entusiasmo, y que sean capaces de implementar el cambio. Dote de personal a sus rangos administrativos no sólo con personas que posean credenciales profesionales sólidas y habilidades técnicas, sino con aquellos que se destaquen en lograr objetivos de operación. Las organizaciones, como las personas, necesitan la visión para comprender a dónde se dirigen, pero no progresan hasta que todas las partes móviles empiezan a trabajar juntas de manera efectiva.
Gestar: La cultura del cambio, la persecución de la excelencia, debe insertarse en toda la organización. Conozco a un administrador que implementó un sistema de evaluación de desempeño, aunque no podía vincularlo con recompensas financieras. No obstante, los empleados respondieron porque sacó provecho de algunos atributos humanos casi universales: el hecho de que en el fondo, a la mayoría de los empleados les interesa, desean mejorar su rendimiento y utilidad, y reciben de manera positiva los comentarios que los ayudan a mejorar.
Las habilidades de comunicación, gestación y liderazgo pueden aprenderse, desarrollarse y dominarse. No son talentos innatos. Este administrador estableció una cultura de acogimiento de la excelencia aunque no era uno de esos poderosos gurús de la administración que aparecen en la televisión. Aprendió algunas habilidades de evaluación del desempeño muy específicas en el Programa de capacitación Internacional de Administración y Desarrollo del Sindicato (International Management and Development Program, IMDP), y las aplicó mediante un esfuerzo enfocado y ejecutado cuidadosamente.
Incluso el liderazgo es una habilidad que puede desarrollarse y una de las que destaca la capacitación del IMDP del Sindicato. Lo insto a examinar toda la variedad de ofertas del IMDP, y a que considere participar en uno de nuestros próximos programas.