Blog

Ensayos sobre la gestión y el liderazgo

Hacia una cultura de rendir cuentas

julio 1, 2022
Rendir cuentas implica más que cumplir los objetivos de rendimiento o demostrar excelencia profesional.

La responsabilidad que aceptamos como líderes y administradores de salud pública va mucho más allá de simplemente tratar, servir e investigar, como si eso no fuera suficiente.

En el centro mismo de la responsabilidad profesional se ubica el concepto de rendir cuentas.

Nuestro trabajo como líderes, ya sea que dirijamos toda una organización o una unidad dentro de una organización, es insertar los principios y las prácticas rendir de cuentas profundamente en la cultura.

Rendir cuentas implica más que cumplir los objetivos de rendimiento o demostrar excelencia profesional. Rendir cuentas implica comprender en un nivel profundo por qué y para quién actuamos, y comportarnos en consecuencia, de manera coherente.

En salud pública, somos responsables ante, al menos, cuatro grupos: los pacientes a quienes presta servicios nuestra organización (independientemente de si trabajamos en las primeras líneas de entrega de servicio), las comunidades en las cuales viven esas personas, los patrocinadores y gobiernos que nos habilitan y, finalmente, unos ante otros.

En muchas culturas y organizaciones, esta conciencia más profunda todavía no ha echado raíces. El significado subyacente que fluye tácito por estos entornos limita el rendir cuentas a tres grupos muy diferentes. Esto suena así: “Soy responsable ante mí mismo, las personas que dependen de mí y las palabras literales de la descripción y las reglas de mi trabajo”.

Las organizaciones en las cuales prevalece esta concepción no logran alcanzar la excelencia.

La concepción limitante dice: “Ya es la hora de cerrar. Apagaré la máquina de rayos X y le diré al paciente que acaba de llegar que regrese mañana”. La concepción de rendir cuentas dice: “Está bien flexibilizar un poco las reglas y mantener el equipo funcionando cinco minutos más. Estamos aquí para servir a los pacientes y a sus seres queridos”.

El empleado que piensa de esta manera no está rompiendo las reglas, está aplicando su sentido común y su buen criterio. Antes de que los empleados puedan pensar y actuar de esta manera, deben escuchar e internalizar mensajes de facultación y toma de decisiones independiente de parte de nosotros, sus líderes y administradores.

También somos responsables los unos ante los otros. El empleado que se da cuenta que los suministros que utiliza su compañero en el trabajo se están acabando, pero no lo menciona porque “Ese no es mi trabajo”, está faltándole el respeto a su colega y obstaculizando a la organización. Un trabajador que ve una mejor forma de realizar una tarea pero no la comparte porque “No quiero parecer un sabelotodo” no está reconociendo el propósito más general de su trabajo.

Finalmente, nuestros patrocinadores son nuestros socios, no nuestros benefactores. Están invirtiendo en nosotros, no haciéndonos regalos, porque consideran que estamos calificados para llevar a cabo los objetivos que comparten con nosotros. Les debemos el utilizar su dinero apropiada y efectivamente, y mantener y producir un rendir cuentas preciso y veraz de todos los gastos.

La empleada que solicita más papel para hacer copias sin que se lo indiquen ha demostrado liderazgo. No es más inteligente que su colega que no lo hace; pero es mucho más valiosa para la organización. El rendir cuentas no forma parte de un grupo de habilidades, es una concepción. Nuestro desafío es inculcarla.

Lea más sobre rendir cuentas en la columna del próximo mes.

Últimos Artículos